La reunión técnica que terminó en asado

Todo empezó con un PowerPoint.

La reunión era en la sede de una cooperativa, un miércoles a las nueve. Había quince productores, cuatro técnicos, café con medialunas y un proyector que no quería prender.

La charla era sobre cobertura de suelos. Costos, beneficios, casos de éxito. Al principio todo bien. Pero a la media hora, uno de los productores dijo: “¿Y para qué vamos a sembrar avena si después la pisamos con las vacas?” Empezó un cruce entre dos escuelas: los regenerativos y los de la vieja guardia.

En medio del debate alguien sugirió ir al campo. Fuimos en caravana hasta el lote en cuestión. Ahí sí: se largó una charla real. Entre muestras de suelo, gestos, anécdotas. Y alguien —nadie sabe bien quién— propuso prender la parrilla.

Ese día almorzamos vacío, chorizos y algo más. Se abrieron cervezas. Se cerraron prejuicios.

No resolvimos todas las dudas técnicas. Pero sí entendimos que muchas veces, lo que más falta en el agro no es una nueva tecnología. Es tiempo para hablar.

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